Recomendamos leer la primera parte de este relato erótico El portero, para disfrutar plenamente El portero – 2ª parte.
Un Voyeur
Se estaban los tres besando intensamente delante de la puerta del baño, en la entreplanta, cuando Esteban desde el rabillo del ojo vió que los estaban vigilando desde la mitad de las escaleras. Era el cartero. Santi, que así se llamaba el cartero, se había coscado de las miradas entre Esteban y el mensajero. Esperó unos minutos fuera del portal y volvió a entrar presintiendo que algo caliente iba a ocurrir entre esos dos. Y así fué.
Desde la mitad de las escaleras y en completo silencio observó como Esteban le alargó la mano al mensajero para que se uniera en el beso de tornillo con su mujer. Allí estaban los tres besándose apasionadamente y Santi mirando muy cachondo. Al verle Esteban, Santi se echo mano al paquete y comenzó a tocarse. Esteban le hizo una seña para que se uniese al grupo, pero a Santi le ponía más caliente mirar como se besaban.
Un lugar más tranquilo
Esteban estaba nervioso porque estaban en la entreplanta del primer piso y allí podía bajar cualquier vecino por las escaleras y podían pillarles. No se quería jugar su puesto de trabajo. Se metieron en el cuarto de contadores. Santi les siguió hasta dentro.
El cuarto de contadores era un espacio no muy grande, con un montón de aparatos electricos que desprendian mucho calor. Esteban, el mensajero y Teresa siguieron besandose apasionadamente mientras Santi, el cartero, miraba y se tocaba desde el otro extremo del cuarto. Teresa nunca había estado con tres hombres.
Estaba muy cachonda.
Esteban echó mano al paquete del mensajero, notó un bulto enorme y duro. Nunca jamás había tocado ninguna polla de un tío, salvo las típicas pajas en grupo en la adolescencia. Se quitó el buzo de trabajo y se quedó en calzoncillos. Unos slip blancos que su polla dura ya se había encargado de mojar ligeramente por la excitación. El mensajero copió a Esteban.
Comienza a subir la temperatura del encuentro
Allí en aquel cuarto hacía mucho calor. Teresa, cachonda perdida, se agachó y comenzó a pasar la lengua y besar suavemente aquél par de calzoncillos mojados. El glande de la polla del mensajero era tan gordo que asomaba por encima de su slip. Teresa sólo tuvo que bajar un poco el calzoncillo para poder acariciar con su lengua esa bonita polla.
Santi se había bajado los calzoncillos y se masturbaba mirando aquel espectáculo.
– Vamos nena, come mi polla, mientras miras como me beso con tu marido. – le dijo el mensajero a Teresa.
– Nunca he besado a un hombre. – susurró Esteban.
– Pues hoy va a ser tu día de suerte. – le cuchicheó el mensajero a Esteban.
El mensajero y Esteban se fundieron en un beso de tornillo grandioso, mientras Teresa, agachada, intentaba lamer las pollas de los dos. Teresa notaba como le caían babas del beso tan apasionado entre los dos hombres. La polla de Esteban nunca jamás había estado tan dura. Y ella se sentía feliz, y muy cachonda.
Santi, desde el otro lado de la habitación seguía masturbandose lentamente disfrutando la escena.
El portero se baja al pilón
Para Teresa era el momento más excitante de su vida, con dos pollas en sus dos manos, la de su marido, y la del repartidor. Su boca iba excitada de una polla a la otra mientras los dos hombres se seguían comiendo la boca. Comenzó a segregar como nunca antes, su coño estaba empapado, y su primer orgasmo estaba muy cerca.
El mensajero hizo un gesto en el hombro de Teresa para que se levantara y se uniera en el beso a los dos. Ella, obediente, se levantó y los tres se comieron la boca. Los labios de Teresa sabían a sexo. Se notaba el olor intenso y sexual en aquel cuarto de contadores.
– Chaval, es tu turno. – le musitó el mensajero a Esteban, mientras le hacía un gesto en el hombro invitándole a agacharse.
Esteban estaba tan cachondo que no se lo pensó dos veces. Al agacharse, enfrente, tenía el coño de su mujer y una polla gorda y dura que se tenía que comer. Miró por el rabillo del ojo al cartero, mientras este sonreía, y asentía con la cabeza, animando a Esteban a comerse su primera polla.
Deslizó la mano izquierda sobre el coño de su mujer, y con la mano derecha agarro esa polla desde la base. Acercó sus labios al glande y comenzó a chupar delicadamente su primera polla. Su boca subía y bajaba a lo largo del tronco gordo del pene del mensajero. Mientras tanto, el mensajero comía las tetas de la mujer de Esteban. El dedo de la mano izquierda de Esteban provocó el primer orgasmo en Teresa. Su respiración crecía, y su vulva se empapada, mientras deseaba que aquellos dos hombres la follaran viva allí mismo. Pero para eso tenía que esperar.
El portero – 2ª parte
La escena era la siguiente, el mensajero chupando las tetas de Teresa, apretando sus pezones duros mientras a ella le venía su primer orgasmo. Teresa aguantando la respiración, y con el coño húmedo como un estanque. Esteban, el portero, agachado con una mano acariciando el coño de su mujer, y la otra apretando la base de la polla del mensajero, mientras se la tragaba entera. Al otro lado de la habitación el cartero Santi, lo miraba todo y disfrutaba masturbandose.
– ¡¡ESTEBAN!! ¡¡ESTEBAN!! ¿Donde estás?.– oyeron la llamada de un hombre desde el portal.
El portero no se podía creer que algún vecino lo necesitara justo en el momento más excitante de su vida. Esteban era un profesional y sabía que tenía que atender la demanda de su vecino. Les cortaron en el momento más caliente. Todos se quedaron quietos como estatuas. Era mala suerte….¿o no?.
Lo que ocurrió después no lo olvidarían ninguno de ellos el resto de sus vidas.
CONTINUARÁ – EL PORTERO – 2ª PARTE
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