Hoy amanecí con ganas de coger. Para qué voy a mentir diciendo que estoy deseosa de un amor extraordinario que marque mi alma. Yo lo que quiero es un hombre que me coja hasta el cansancio. Que no me deje dormir al menos todo un fin de semana y que quede extasiada con ganas de más. Eso sinceramente es lo que le hace falta a mi espíritu, en lugar de esta estúpida oficina, donde no hago más que sacar cuentas.
Estoy obstinada de ver a la distancia todo. Quiero vivir una pasión intensa e insaciable, que me haga gozar la vida. !Uich! Me pica la cuca, deseosa de una inmensa verga acompañada por un lindo galán. Ojalá y lo conociera, a ver si dejo la idiotez y agarro valor para abandonar esta miseria…
Abstraída en mis pensamientos medio sadicones, paso la mitad de la tarde. El trabajo se me acumula, pero sinceramente no me importa. De verdad necesito cuarenta y ocho horas de sexo salvaje, sin ni saber el nombre de la grandiosa verga. Solo gozármelo…
María Gracia…
De repente, a la distancia oigo mi nombre. Lejos, muy lejos.- Maríaaa Graciaaa- Cuando reacciono, era mi jefe, en la puerta de la oficina gritando como un demente porque aún no le tengo los balances que me pidió.
Estoy tan fastidiada y con tantas ganas de coger, que creo que aceptaría que hasta él me follara. Si lo veo bien, no es feo. Solo es medio imbécil y machista a más no poder. ¡Uff María Gracia, reacciona por dios! Este tipo es demasiado patán, luego como te lo quitas de encima. Mejor saco el trabajo y salgo de esta oficina. Me queda tan sólo una hora…
Cuando al fin termino todo, corro a lanzarle a mi jefe la carpeta con la cartera ya colgada al hombro. Entro en su oficina, se la dejo sobre el escritorio mientras él habla por teléfono y corro a la puerta.
En medio del apuro por huir, no sólo me caigo, sino que además rodé por el piso con un tipo que en la vida había visto. Me levanto como una loca, acomodando mi falda y susurrando disculpas inentendibles. Trato de escurrirme rápidamente pero siento un brazo que me sujeta por la cintura con tal fuerza que me hace perder el aliento.
Cuando los sueños se hacen realidad
No me lo puedo creer. La verga con la que he soñado todo el día como que al fin la encontré. Paso la mirada desde el inmenso paquete a la cara. ¡Ufff! ¡Qué guauuuuu! Casi le digo cogeme por lo que más quieras, ¿no tienes ganas de coger?
No hizo falta. En estos segundos creo que me leyó la mente, me apretó a su cuerpo, sujetando más fuerte mi cintura, presionando su vara contra mi. Ahí cedí totalmente, ya no opuse resistencia y solo le escuché decir: – Tengo toda la tarde viéndote por la ventana, creerás que soy un sádico pero quiero coger contigo, por eso vine a buscarte.
Sentí el vapor de su aliento en mi cuello, cuando pensé que lo haríamos delante de todos, salió el imbécil de mi jefe a saludar. -¡Fernando! Hasta que por fin vienes a la oficina. Pasa hablemos un rato- Me miró con desprecio y continuó – Ya la inútil esta se iba seguramente. Menos mal y la estás sujetando fuertemente.- soltó una carcajada de fumador ahogado. Por un momento pensé que le iba a dar algo allí. Mientras, Fernando (ya sabía cómo se llamaba) no dejaba de sujetarme. – Los presento, ella es la contadora del negocio de papá y este inútil que aún no te suelta María Gracia, es mi hermano menor.
Arreglé mi falda y acepté entrar a hablar con ambos del negocio. Nada más su olor me hacía desfallecer, pero firme di toda mi presentación de cuentas, les explique todo lo que me preguntaron y cuando creí que ya todo estaba claro, salió el hermano menor: -Mejor vengo mañana para que me vuelvas a explicar, porque sinceramente aún no entiendo mucho.- Vi su sonrisa abierta, de dientes brillantes. Me guiñó un ojo a la distancia y salió como si nada.
Más caliente
Terminé con más ganas de coger que antes, pero tuve que irme a casa sola. Llegué corriendo a quitarme toda la ropa y a masturbarme en la bañera. Busqué hasta el vibrador para soltar un poco de ese fuego que me quemó todo el día. Cansada, decidí acostarme a leer un rato, pero el libro estaba tan fastidioso, que me dormí casi al instante. A media noche sentí una brisa muy fuerte y fría que me despertó, la ventana estaba totalmente abierta. Yo juraría que la había dejado cerrada. La cerré y me devuelvo a la cama.
Justo cuando me estoy arropando, veo salir de las sombras a un enmascarado totalmente desnudo. Tenía la polla más grande que había visto en mi vida. Tuve una sensación de miedo, terror, incertidumbre y ganas. Ganas de coger. No opuse resistencia, me deje llevar por las ganas.
Aquí no estaba decidiendo yo sino mi conejo caliente. Cogí como nunca, por todos lados. Aquella verga salía y entraba a su antojo. Me arrancó toda la ropa, me lanzó contra la cama, me lamió las tetas, las chupo, me chupó mi sexo hasta que me vine en su boca, por lo que se rió a montones. -Ahora te toca a ti- me dijo.
Cuando reaccioné tenía su gigantesca verga en la boca. Sentía que me llegaba hasta el fondo de la garganta, pero como lo disfrutaba. Dura, caliente, firme y afeitadita.
Bruscamente me lanzó boca abajo sobre la cama. Ya estaba amaneciendo, porque vi el sol asomarse por la ventana. Me amarró las manos a cada uno de los barrotes. Me abrió las piernas y dijo: -esta noche vuelvo otra vez por ti. Eres demasiado rica.-
Me clavó duro por varios minutos, creí que iba a perder el sentido, hasta que lo sentí escurrirse a la vez que yo. Me besó el cuello, se recostó unos segundos sobre mi espalda y me volvió a besar. Aflojó una mano de mis manos y levantándose añadió: -nos volvemos a ver más tarde.
¿Quién era?
Me volteé rápidamente, pero él ya no estaba. Sentí rabia conmigo misma por puta. También satisfacción por haber saciado las ganas de coger que mi cuerpo tenía. Así que me levanté, tomé una ducha y me fui a la oficina con la sensación que todo había sido un sueño. A no ser claro, porque la concha me dolía. Pero la muy cabrona quería una noche más.
Al llegar a la oficina, veo al hermanito sentado en mi puesto, esperando. Sonríe y dice: – te traje un rico desayuno, debes recuperar energías por lo mucho que “trabajas”.- Dio un mordisco tan grande a un sandwich que tenía entre las manos, que pensé que se lo iba a tragar de un solo viaje.
Pasamos una tarde plagada de indirectas, calenturas sueltas y frases aisladas. Hasta que me suelta la pregunta: -¿pensaste lo que te propuse ayer? Vamos acepta, sabes que tienes tantas ganas como yo. – Se me acercó al cuello y me lamió como si fuese mi dueño.
Ahí se me bajaron las pantaletas tan rápido que ni acerté decir que no. Solo lo sentí al frente, con la verga tan grande como mi visitante nocturno. Por poco y me atraviesa de punta a punta a no ser porque me sostuve del escritorio. La cogida más sabrosa de media tarde que había soñado. Estaba en el cielo, las mejores cogidas en las últimas veinticuatro horas de los dos hombres más sabrosos que he probado.
Pero, ¿qué estoy haciendo?
De pronto, reaccioné. – Esto es lo que va a pasar entre tú y yo, no más.- Se abrochó el pantalón, me dio un medio beso en la boca, me mordió el labio y salió como si nada. -Nos vemos más tarde, muñeca.
Atiné a sentarme para recoger las pantaletas, al tiempo que entraba mi jefe a la oficina. Las lance debajo del escritorio sin levantarme siquiera, porque ¿cómo iba a explicaba la falda mojada y llena de semen?
Mi jefe hablaba y yo ni le veía la cara. El sinvergüenza del hermanito entró sonriente a mi oficina con dos café. Me da uno y se sienta a mi lado, como si nada. Me soba la pierna y conversa tranquilamente. Hasta que mi jefe, un poco confundido por mi tranquilidad pasmosa me dice: -María Gracias ¿que tienes? Ni has hablado ni te has movido de ahí.- Yo solo sonrío
La verdad no sé ni qué cara tenía, pero me pidió que me fuera a casa, que me daba la tarde libre y que no me preocupara por nada. Cuando al fin salen de mi oficina, respiro, me pongo la pantaleta, limpio mi falda, agarro mi cartera y me voy.
Por mis ganas de coger
Camino a mi casa reflexiono en todo lo que me había pasado durante las últimas horas. Me violaron y yo me lo goce, luego me coge el hermano del jefe y no solo me dejo, sino que me encanta y quiero más. Estoy loca de atar, mejor llego a bañarme y no salgo al menos en un par de días de la cama a ver si dejo lo puta.
Estoy bajo la ducha cuando siento que abren la ventana. Me dio susto de pensar que era mi enmascarado misterioso. Me envuelvo en la toalla y salgo a revisar. Cuando me asomo al cuarto, lo veo ahí acostado, en mi cama, esperándome.
-¿Ya te refrescaste? Mira que ahora viene lo bueno.- Me hace señas para la cama y yo voy como ternera al matadero, para que me den hasta por los huecos de las orejas.
Dicho y hecho. Yo seguí todas las instrucciones que me dio, me puse en todas las posiciones que me pidió cordialmente. Lo hicimos todavía más y más duro que en la noche. Hasta que él exhausto, se quedó dormido.
Busqué unas esposas y con mucho sigilo lo amarre al borde de la cama. Luego con mucha calma restregué mi cuerpo contra el de él, con el mayor detalle. Pase mis tetas por su boca, mi concha la puse en su cara.
Quién es quién
Lo desperté mamándole la verga. Me imploró que no le quitará la máscara porque se perdería el misterio. Me rogaba que me sentara en su verga, la tenía dura otra vez. Ya le dolía de las ganas que me tenía, lo besé al oído y le susurre: -yo sé quien eres ahora tú. ¿sabes realmente quien soy yo?
Me senté con tanta fuerza en su falo que grito. Le puse la sábana en la boca y me lo cogí. Cuando sentía que iba a acabar, me levantaba y me volvía a sentar de golpe para que no lo hiciera todavía. Hasta que me apiadé y dejé que terminara.
Así pasamos dos días olvidados del mundo, me despertaba, le paraba la verga y me lo volvía a coger. Ya él me imploraba que lo soltara, que no iba a volver a abusar de mi. Pues no, ahora yo quería que lo hiciera y seguí hasta la eternidad.
Al tercer día, aún sin soltarlo, me despedí de besos y le dije al oído: -te dejo las llaves en las bolas, trata de abrir las esposas. Si estás aquí al volver, te cogeré un par de días más.
Cuando volví a la casa pensé que ya se habría ido. Pues no, olía a comida. Me asomo desde el umbral de la puerta de la cocina y veo a ese monumental hombre desnudo con un delantal cocinando la cena sin máscara de espaldas a mi. Me quedé contemplándolo unos segundos. Volteó y me sonrió. -Cuando te vi la primera vez, te dije que tenía ganas de coger contigo y aquí estoy.
Deja una respuesta