El Vasco
Nació en el norte del país, de familia humilde y amante de la naturaleza y los animales. El vasco era hijo único y descendiente de trabajadores de la localidad. De aspecto robusto y viril, facciones pronunciadas y mirada profunda. Con buena envergadura y proporciones. De tez morena y testarudo en sus propósitos. Así era aquél muchacho llamado Raúl.
Raúl desde la pubertad le gustaban las pollas. Él siempre andaba por los bosques con sus animales paseando buscando indicios de cualquier síntoma que le tradujese que allí había habido jaleo. Todo ello producto de su fustración ya que la demanda por su cuerpo no era correspondida por los hechos.
Alguna vez que otra, se había cruzado con el pastor del rebaño del pueblo y en aquellas montañas, Raúl observaba entre la maleza cuán hermosa polla el candidato deslumbraba en períodos de celo. Mientras contemplaba tan voluminoso ejemplar, Raúl se masturbaba pensando por donde le metería mano.
Preferencias Sexuales
Ya de adulto pronto se quiso independizar para disponer del máximo tiempo posible y descubrir fuera de la aldea los placeres que el territorio le había privado. Aquél pastor le llevaba de cabeza pero no se atrevía a dar el paso por el miedo a ser descubierto sus preferencias homosexuales.
Sus animales le ataban, era tal su falta de cariño anhelando el deseo sexual, que se refugiaba entre ellos, pero Raúl valoraba mas el amor de éstos que de cualquier otro ser humano. Así que decidió marchar a la ciudad pero nunca renunció a vivir en el campo.
Así es como empezó la historia de Raúl.
Trabajo en la ciudad
Una vez en la ciudad, se estabilizo en los trabajos que veía productividad, pero sin darse cuenta que a la larga le pasarían factura, sobretodo por su escaso tiempo libre. Estaba marcado desde sus primeros conocimientos sexuales por aquél pastor y andaba buscando sexo a todas horas, la situación durante tanto tiempo le había vuelto vicioso. Tiempo libre que tenía, tiempo que dedicaba a buscar aquella imagen del pastor.
Una mañana -en la que se dedicaba entre otras al reparto de frutas-, tenía encomendada una entrega. El lugar no era nuevo para él y había tenido tiempo suficiente como para conocer cualquier lugar que le hiciesen ir, siempre en caso de dudas disponía en su furgón el gps que tanto le ayudaba, salvo en aquella ocasión que no le habían actualizado y le metieron por caminos infernales.
Tenía que hacer una entrega de un par de cajas de naranjas. El lugar como siempre para aldeas y gente retiradas de la ciudad. Raúl se dirigió a hacer la entrega. Era la dirección conocida para él, así que con la ilusión de conocer a su nuevo cliente le tenía excitado –los nombres de tíos ya le provocaban una excitación-.
El pastor
Era una granja, él sabía de su existir, pero no reparó nunca en quien serían los propietarios. Al llegar un buen can le recibió con decisión y mirada inquietante. Un par de ladridos basto como para que Raúl no bajase del furgón. Miraba de izquierda a derecha buscando alguien que autorizarse a bajar del furgón para hacer la entrega, pero aún no aparecía nadie.
Pasado unos minutos alguien voceó el nombre del can . “Santu”, ven aquí!. Santu no vaciló y ya con un movimiento suave de cola y girándose fue hacia esa llamada.
Madurito Cincuentón
De unos cincuenta largos le echó Raúl a aquél tipo que nada mas verlo se empalmo como un burro. No daba crédito de lo que sus ojos veían. Era el pastor que él tanto anhelaba desde que lo veía por las montañas cuando paseaba y él le espiaba como se la machacaba cuando el rebaño pastaba.
Raúl bajo del furgón y con paso decisivo fue a saludar a su cliente. Su polla se notaba como a través del mono de trabajo le declaraba todo su placer por ver tal ejemplar, y no me refiero al can –que eso también le encantó-, si no que era tal su deseo desde bien pronto, que jamás pensó que algún dia se produjese aquél encuentro.
Máxima Excitación
-Egunon, soy Raúl, me mandan a entregar un par de cajas de naranjas a esta dirección.
-Si, estaba esperando, ya hace un par de dias que me quede sin hacerme el zumo que tomo al desayunar, mi nombre es Aitor.
Raúl le choco la mano, que ya le temblaba a notar como la del pastor podía haberle albergado las dos suyas con una sola de él.
Aitor ya tenía escuela y desde que Raúl se dirigía hacia él, había visto como el precum le había calado el mono de trabajo, y el empalme era tan obvio que no se cortó un pelo a la hora de ponerle cachondo. La tenía todas consigo, viudo desde hacía tiempo, le había quedado una buena paga, por lo que su amor a la naturaleza la había hecho renunciar a la ciudad buscando hembra.
Le era más fácil ir de vez en cuando a club de alternes o áreas que le pillaban al paso, para desfogar aquellos momentos de euforia sexual. Aitor le indicó dónde estaba la despensa para que depositase allí las naranjas. Raúl muy obediente, acato la orden.
Mientras echaba los viajes ayudado de su carretilla, Aitor se restregaba con la mano el paquete contemplando el culo de Raúl, que vislumbraba por la parte delantera todo el chorreon que llevaba de semen. Una vez dentro descargada la segunda caja, Aitor se despecho y tiro la camisa, se le acercó a Raúl y cogiéndole su mano se la llevo al paquete de Aitor.
Unos huevazos peludos y gordos
Raúl palpaba cómo no daba a basto para cubrir tanto bulto con solo su palma. Aitor le cogió la cabeza y se la acercó al pezón. Raúl empezó a chuparle los pezones que éstos iban poniéndose duros como roca al pasarle la lengua. Mientras con sus manos le abrió la bragueta sin poder conseguir sacar la polla de Aitor, por lo que empezó a desabrochar el pantalón y al bajar los pantalones cayó tal suculento cipote con unos huevazos peludos y gordos.
Raúl se arrodillo y con ayuda de ambas manos descapullo el glande y empezó a mamar. Aitor le cogió la cabeza y le bombeaba con su pedazo cipote la boca. Raúl daba arcadas pero Aitor insistía y arremetía con todas sus fuerzas hacia dentro. Raúl tragaba. Mientras Aitor gozaba de la mamada, le decía lo bien que sabía tragarse una buena polla, eso, le gustaba oírlo y mejor lo hacía. A la vez que se ayudaba con una mano en retirarle el pellejo del glande, al sacar la mano hacia delante, recogía con el pulgar el precum del caño del cipote y una vez en el orificio de la uretra, se lo tragaba.
El pastor lubricaba como una bestia
Traga más, traga bien, que te la voy a dar toda para que no se te olvide!, Raúl babeaba de oír a Aitor como disfrutaba de su buen trabajo. Mientras le acariciaba los huevos. Le levantaba con ambas manos el paquete y salivaba sus peludos testículos, hinchados como bolas y duros como piedra para expulsar tan esperada lechada.
Mientras la polla de Raúl era un reguero de precum mientras le trabajaba a Aitor. Éste le tumbó y levantó las piernas, no tuvo que sujetárselas, ya que Raúl podía mantenerlas en alto. Con sus manazas desplegó los glúteos de Raúl y empezó a meterle la lengua, le ensalivaba y jugaba con sus dedos introduciéndole el salivaje hacia dentro del esfínter. Raúl gemía de placer y le dilataba para que le introdujese más la lengua.
Era ahora Aitor quien lubricaba como una bestia, marcando las venas por el cipote y con ganas de embestirlo.
El umbral del esfínter
Raúl se lo pidió.
-Métemela hasta los huevos, quiero sentir como golpean mi culo mientras me estás follando. Aitor acercó el prepucio hasta el ano, fue introduciendo poco a poco. Iba notando las paredes ardiendo de Raúl y sentía como demandaba más y más a cada centímetro que iba pasando.
Notó el salto del glande cuando traspaso el umbral del esfínter. Notaba los gemidos de Raúl pidiéndole más, pero Aitor quería hacerle una primera introducción lentamente, observando cada centímetro que iba penetrando.
Llego hacer tope y Raúl con experiencia, cerro los glúteos haciendo ventosa, Aitor se vio atrapado sin poder culear, lo que le hizo sentir que era Raúl el que dominaba la situación, enrabietó y como pudo deshizo aquella opresión de su cipote y casi teniéndola fuera del culo de Raúl, arremetió con todas sus fuerzas hacia dentro. Raúl no lo esperaba y gritó de placer.
Así…., así es como quiero que me desgarres el culo, como un buen semental, como te la machacas en los prados con el rebaño, no con tanta delicadeza, que llevo años esperando este momento. Aitor, desconcertado por el comentario y encolerizado por no controlar la situación, empezó a clavarlo sin consideración alguna.
El pastor necesitaba más..
Espera -sugirió Raúl-, déjame coger un poco de popper, que disfrute más de la follada!. Alargó la mano y consiguió sacar del bolsillo de su mono un frasco que recién había adquirido en una web dedicada a este tipo de ventas de lencería, dildos y productos eróticos. Esnifó una buena tirada y Aitor follaba como ni a una hembra en época de celos había clavado.
Raúl se retorcía de placer, y a penas sin tocarse eyaculó como un perro. Pero Aitor necesitaba más tiempo, él no se contentaba con tan lamentoso tiempo y quería sacarle el máximo partido a Raúl. Su culo lo había envenenado en el vicio y la lujuria. Así que saco su polla y empezó a comérselo nuevamente.
Temblor de placer
Raúl se estremecía de placer, y después de un buen rato de comida, invitó nuevamente a Aitor a que siguiera follándole. Esta vez quiso cambiar de postura y ponerse a 4 patas. Así podría estar esnifando mientras Aitor enculaba su precioso trasero.
Durante los cambios Raúl aprovechó para sentir como le follaba la boca nuevamente antes de ser follado en el nuevo acuerdo.
Pero Aitor le pidió una esnifada a Raúl mientras éste se la tragaba hasta producirle arcadas. Aitor esnifó y notó como todo su cuerpo se entregaba sin control a Raúl.
Le empezó a temblar todo de golpe, Raúl aprovechó y salivando sus dedos introdujo hasta tocar la próstata de Aitor. Raúl no cesaba en el ritmo de la felación. Consiguió que Aitor empezara a descontrolar el placer y provocó la eyaculación mientras tragaba saliva con la lechada de Aitor.
Tuvo que ir tragando a cada lechazo que notaba en su garganta. De otra forma se podría haber atragantado y complicado la corrida. Una y otra vez. Hasta 6 tragos tuvo que hacer Raúl para parar aquel torrente de semen que le inundaba la garganta.
La semana que viene otro pedido
Cuando terminó, Aitor le dijo, la semana que viene te haré otro pedido, a Raúl le encantó.
Santu se dirigió a él para despedirle con un movimiento suave de cola y bostezo a la vez.
Se dirigió a su furgón y arrancó.
Los baches del camino iban pasando factura en su trasero, cosa que no le importo. El motivo que tanto había ansiado merecía la pena, pensó.
Cantaba Raúl una canción que pusieron en la emisora mientras pensaba en la próxima semana.
….(continuará)
Gustavo Osito dice
Cada día me gustan más los relatos de Magnuson, este relato en concreto es tremendo.
Carlos dice
Tremendo! Un placer enorme leer este relato. Espero ansioso la continuación. Gracias por compartirlo.
Sexy dice
Que morbo…
Cesar dice
Tremendo!! Me encantan tus relatos. Gracias!
César dice
Que pena que no haya tenido continuación.