En lo que respecta al sexo, todo suele medirse acorde a tamaño, a dimensiones. Por regla general, la mayoría acepta que mientras más grande, mejor. Pero, ¿esto es realmente así? Mucho es lo que se ha discutido sobre si en el caso de los genitales masculinos, el tamaño importa. (En Santubearsex también hemos abonado este terreno). ¿Qué con el tamaño de la vagina?
La vagina: ese rincón oculto y deseado
Aún cuando estamos próximos a alcanzar la tercera década del siglo XXI, muchos aspectos de la humanidad siguen navegando las aguas de los mitos y las leyendas. Casi todo lo relativo a la sexualidad suele ubicarse dentro de estas categorías.
La “literatura fantástica” con respecto a la vagina comienzan con su tamaño. Está más o menos extendida una versión que sostiene que existe una gran variedad de medidas de esta cavidad, al igual que ocurre con los penes. Es decir, existen modelos grandes, medianos y pequeños. Así como las estrechas o las anchas.
Nada más alejado de la realidad. El tamaño de la vagina es lo más parecido a una medida estándar. Al menos si se compara con el falo masculino. Sus dimensiones son, en casi la totalidad de los casos, de entre seis y ocho centímetros de profundidad en estado de relajación.
A mayor placer…
Al igual que lo que ocurre con los hombres, cuanto más excitación, mayores dimensiones. Si la estimulación es realmente eficaz, la almeja se extiende para alcanzar medidas que se ubican entre los 10 y los 11,5 centímetros.
Pero eso no es todo. Muchos catalogan esta área del cuerpo femenino como una cavidad “amable”. Esto debido a que puede acomodarse con facilidad para alojar y abrazar a (casi) cualquier pene. Solo en casos realmente extremos, de miembros masculinos dramáticamente grandes, el tamaño de la vagina puede resultar insuficiente, dando lugar a algunas dificultades durante el acto sexual.
Además, no es cosa menor que la vagina puede ampliarse hasta 200% por encima de sus medidas normales durante los partos. Parece increíble pero por esta misma “entrada” salgan bebés de dimensiones considerables.
El tamaño de la vagina no importa
Si cuando se habla del pene no es importante, en el caso de la vulva el tamaño es todavía más insignificante. Es decir, amén de que no hay grandes diferencias, más o menos centímetros no aportan ni restan nada durante el sexo.
Lo que sí es vital para llevar una vida sexual plena, es mantener una buena tonicidad en las paredes vaginales. Esta es una condición que pueden perder mujeres con varios partos dentro de su historial. Y que además suele agravarse si los alumbramientos han sido consecutivos, sin dar espacio a la recuperación.
Cuando se presenta este escenario, también suelen aparecer las insatisfacciones sexuales debido a la pérdida de sensibilidad. Lo que adicionalmente acarreará problemas de inseguridad y baja autoestima. Sin embargo, esto no implica de ninguna manera el fin del mundo. Con el entrenamiento adecuado y contando con la orientación de los especialistas en la materia, la vagina puede recobrar su estado natural.
Mucho sexo no es malo
Este es otro debate frecuente y cuyas conclusiones suelen encontrarse en los anales de los mitos y las leyendas urbanas. Es una creencia más o menos extendida, considerar que las mujeres con una vida sexual activa y con alta frecuencia (más de cuatro veces cada siete días) presentan vaginas flácidas y faltas de tono.
En realidad, esto suele ser inversamente proporcional. Mientras más actividad, mejor será el estado de las paredes vaginales y del órgano reproductor y sexual femenino. Claro, siempre y cuando estos encuentros no impliquen situaciones extremas o anormales.
De nuevo: el tamaño no importa
Es casi un cliché escuchar la frase “no importa lo que tienes, sino como lo uses”. En el sexo, la creatividad y la imaginación, además de una disposición consciente a disfrutar de cada encuentro, es más importante que cualquier atributo físico. Por supuesto que es necesario que exista química y complicidad entre los involucrados. En caso contrario, que el coito salga bien es una misión imposible.
Para que la vagina reciba a plenitud la visita de cualquier cuerpo extraño (estamos hablando únicamente del acto sexual convencional, ya sea entre heterosexuales y homosexuales), debe ser previamente estimulada.
Para las mujeres el sexo va más allá de “bajarse las bragas” y acción. Hay que hacer las cosas bien. Llevarlas con calma. No es un acto mecánico.
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