No es secreto. El sexo marca gran parte de nuestra existencia. Hay quienes solo viven por y para ello. Ligar, ir a la cama con alguien. Orgasmos y más orgasmos. Cuándo hacemos el amor, justo en ese momento de placer y felicidad, ¿en qué estamos pensando?
Nuestra mente es una máquina que nunca deja de trabajar. Muchos se esfuerzan por controlar el tipo de imágenes que se atraviesan por la pantalla de su cabeza. Algunos aseguran que esto (controlar los pensamientos) es perfectamente posible. Para otros, está más cerca de la ciencia ficción que de la realidad.
Durante el sexo, consciente o inconscientemente, el cerebro parece estar más activo. Poner la mente en blanco y solo concentrarse en lo que está haciendo, no siempre es posible. Algunos pensamientos llegan a ser realmente inoportunos. Otros pasan sin que reparemos en su presencia. Mientras que están los deliberadamente generados que persiguen un fin específico. (Casi siempre: prolongar el placer).
Pensamientos comunes (y ordinarios)
Hay quienes respiran con cierto alivio cuando descubren que no son los únicos que piensan en su lista de tareas pendientes durante el sexo. De hecho, este es uno de los pensamientos más comunes cuando hacemos el amor.
Las causas que dan lugar a este detalle tan poco romántico, pueden ser de distinta índole. Demasiado estrés, falta de concentración o hasta desinterés. Pero repasar mentalmente las cosas por hacer no implica en todos los casos que el asunto marche mal.
Algunos hombres recurren a este tipo de recursos para «hacer tiempo» y no terminar antes que sea demasiado pronto. Las chicas, por otra parte, siempre hacen gala de sus capacidades multitareas. Así que mientras disfrutan de lo rico que se siente, sacan cuentas de lo que deben invertir en su próxima visita al supermercado.
Preocupaciones masculinas: causar una buena impresión
No todos lo admiten. Pero, en efecto, ofrecer un rendimiento memorable, o cuanto menos, destacable, es la mayor de las preocupaciones de prácticamente todos los hombres cuándo hacemos el amor.
Nuestras peores pesadillas: acabar antes de tiempo o que nuestro equipo no responda como es debido. Otros pensamientos relacionados y que aparecen con alguna frecuencia, son preguntas del tipo: «¿lo estará disfrutando?» «¿Estará fingiendo o fue un orgasmo real?» «¿Quién le habrá enseñado a hacer eso?»
Preocupaciones femeninas: el físico
Sobre todo, durante la primera vez. Consideraciones como «muy gorda», «demasiado flaca», «la celulitis», «mis senos son muy pequeños» o «mi vagina es enorme». Dicho por muchas de ellas, lo que más les preocupa durante el sexo, tanto como para que en ocasiones les cueste dejar de pensar en ello, es cómo su estado físico estará siendo evaluado.
La sombra del pasado
El sexo es una competencia. Nuestros mayores rivales: la lista de los ex. (Porque casi siempre tiene que haber una lista). Por ello, otro pensamiento que eventualmente se cruza en nuestra mente cuándo hacemos el amor es: «¿seré mejor o peor?»
Y esto es algo que le ocurre a ellas, ellos, nosotros, heterosexuales, homosexuales… Solo los más seguros de sí mismos no sucumben (con tanta frecuencia) ante la autoflagelación de compararse con otros.
Cuándo hacemos el amor también fantaseamos
Cada caso, cada persona será siempre diferente. Pero es relativamente común estar en medio de la acción con una persona y al mismo tiempo, pensar en otra. No hay que ser psicólogo para saber que si ocurre una o dos veces, no pasa nada. Ahora, si cada vez que estás en la cama con tu pareja te ocurre, entonces ya puedes decir: «Houston, tenemos un problema.»
Sí, los hombres tenemos sentimientos
Es un mito más o menos extendido. Las mujeres -al menos la mayoría- no solo comparte su cuerpo al hacer el amor. También sus sentimientos. Por ello, al momento de la penetración, puede que se pregunten cosas como: «¿para dónde va esta relación?» «¿Sentirá lo mismo que yo?» «¿Será esto amor correspondido o es solo sexo?»
Pero ¡oh, sorpresa! Esta clase de interrogantes también pueden pulular en la mente de algunos hombres, justo en el mismo momento. (Esto a pesar que nuestra función multitasking es bastante más limitada y rápido tenemos que volver a concentrarnos en lo que estábamos haciendo para no perder el ritmo).
¿Hacer el amor o solo es sexo?
Otro mito cada vez más devaluado. Hasta no hace mucho tiempo, muchos (y muchas) creían que solo los hombres podían tener «sexo casual». Ligues sin ningún compromiso, más allá de simplemente pasarla bien por un rato. También se daba por sentado que solo nosotros aplicábamos una distinción entre «hacer el amor» y «tener sexo».
Pues bien, aunque muchos (y muchas) no quieran aceptarlo, las mujeres también utilizan esta categorización. Y al igual que nosotros, actúan en consecuencia. Es decir, si es solo sexo, nos preocupamos más por nuestro propio placer. Solemos ser más egoístas, aunque sin descuidar por completo a nuestra contraparte. Aunque más por una cuestión de reputación y ego, que por cualquier otra consideración.
Ahora, al hacer el amor con alguien con quien se hizo «clic» y hay profundos sentimientos de por medio, la cosa cambia. En un escenario como este, los pensamientos y las preocupaciones giran mucho más en proporcionar placer. Solo si conseguimos hacer que nuestra pareja disfrute plenamente, podremos alcanzar el nivel de máximo clímax.
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