A veces me detengo a pensar el por qué de algunas cosas. Por qué algunos no levantan ni el polvo por así decirlo, y claro no es que sea benevolente, sino que me da pena y me parece que puedo ser así como un asesor para que aprendan a ser un buen amante. Yo le saco provecho a las desgracias del otro, ayudándolos a levantar unos ‘culitos’ y ganándome un dinerito en el interín.
Básicamente he decidido ganarle una a la vida. Bastante trabajo que pasé cuando estaba bien joven y nadie me explicaba el misterio de las mujeres. La rivalidad entre ellas no es más que una falsedad. Lo cierto es que al igual que nosotros buscan ver quien se folla a los tipos más ‘buenotes’, ganándole la partida a las otras. No sé si por envidia, celos o por satisfacción. Pero a la larga todo gira sobre lo mismo: que tan bien dotado este el galán que le ganaron a las otras.
Claro, el problema de muchos hombres no solo es que son medios despistados, sino que además o somos muy putos o somos demasiado descuidados. No hay término medio. En ese sentido sí le doy la razón a las mujeres, donde dicen que el hombre pasa de verde a podrido sin madurar. Y los pocos que maduramos o mejor dicho, aprovechamos que creen que sí crecimos, pues somos menos. Los demás como pobres diablos miran desde la banca a la distancia el goce del otro.
Tips básicos de conquistas
Por mi parte hace unos cuantos años, cuando entré a la universidad era como ellos. Ahora, pues no. Ya aprendí a usar las ventajas a mi favor. Tengo un pequeño manual, hasta ahora me ha funcionado y lo sigo aplicando. Me rijo por reglas básicas.
Nº 1: Aprender a oírlas, nunca las dejes hablando solas. Nº2: A pesar que ahora el feminismo nos invade, aún mueren por un tipo que corra a abrirles la puerta del coche, a rodarles la silla para que se levante de la mesa y que las inviten a cenar sin que tengan que pagar. Nº3: Caen rendidas ante aquel que las sorprenda con detalles, que las busque en el trabajo solo para evitarles el transporte público o las lleven a un sencillo paseo.
Son un misterio la verdad. Por no decir complicadas, pero como me las gozó. Es demasiado rico coger con una mujer que se derrita en tus brazos. Así sea solo una noche. Pero esa noche fue tuya, solo tuya y tú debes demostrarle lo que es un buen amante, eso es lo que importa. Aquí tienes la Nº4: jamás descuides sus sentimientos, hazla sentir única. Hazle el amor cuidando el más mínimo detalle Con delicadeza, pero también con rudeza.
Otra regla que no puede faltar en el Manual básico de un buen amante es observar a la distancia que le gusta. Si estudias con ella, pues ve cómo le va en clases y que le hace falta. Y si trabajas con ella, procura tener detalles cada cierto tiempo. Ninguna mujer se resiste a los detalles, sobre todo a aquellos que nacen del corazón. Si les soy sincero, más de una vez pensé que lo mío era solo porque quería levantar a determinada chica, pero lo cierto es que disfrutaba la compañía y si había sexo, pues me encantaba.
Siempre y cuando no confundan sexo con relación de pareja no hay problema. Por mi han pasado muchas, la verdad. Pero en mi alma ninguna se ha quedado hasta ahora. A veces creo que él piensa por sí mismo. Un momento, no les expliqué. El gran pipe, ese cuando escoge, bueno, se aplica el dicho de «donde pone el ojo, pone la bala».
En esos momentos el único que piensa es él, yo soy solo un accesorio. Siempre eso sí, tratándolas bien. Con dulzura, oyendo sus necesidades, complaciendo las ausencias de su alma hasta conseguir su cometido. Sin engaños. Yo les soy claro, regla Nº6: Ofrecerles un pipe donde llorar y si ellas aceptan su consuelo es su responsabilidad.
Jugando la última Baraja bajo la manga
Me muestro tal como soy, sincero, detallista y atento. Esas son las claves. La mayor parte de las veces mi manual funciona, salvo con ella. Que chica tan misteriosa. Ni siquiera voltea si le hablo, es una dura. Definitivamente no le cuadro, cree que soy un mentiroso o algo peor.
Tanto es el problema que ella ni me mira, así que sigo con lo mío. Apoyando a la chica que lo necesite y observando a la distancia a la que me mueve el piso. He decidido estudiar a fondo el caso, porque no puede ser que ella se me escape. Tengo ya un mes planificando la estrategia para caerle con todo. Ya se acerca la noche de festejos por aniversario en la universidad, así que ese será mi momento ideal.
Esa mañana me levanté temprano, afeitado y arreglado. Decidido y con los planes trazados. Me reuní con mis socios en el plan para que no quedé ningún cabo suelto. Ya pagué las flores, el chico que canta, la moto y demás. Nada pero nada puede salir mal.
A paso firme camine hacia ella, vi por el reojo que ya venía el chico de la moto. Se interpuso entre ella y yo llamándola por su nombre. Ella que pretendía ignorarme se descolocó porque el motorizado pregunto fue por ella. Yo me agaché a amarrarme los zapatos y oí cuando el motorizado le dijo: «¿Eres Maribel? Tengo dos invitaciones que envían para ti, pero debes escoger cuál recibir». Miro extrañada alrededor, pero decidió seguir el juego, pensando que era una broma.
Bien, dado que escogiste viernes recibes este sobre. Por favor firma por aquí. Sonrió levemente y firmó. Al abrir decía: A las 9.00 pm, en la plaza principal de la universidad te espera un coche rojo para llevarte a tu cita. ¿Aceptas? Al levantar los ojos y ver que el mensajero no se había ido, le dijo: «supongo que debo darte la respuesta a ti, ¿cierto?» Él chico solo movió la cabeza en señal de aprobación. «Está bien, acepto. Quiero ver hasta donde llega la broma.»
El motorizado saco una caja grande forrada con un lazo rojo que decía «Gracias». Al firmar como recibida está vez la moto se despidió y se fue. Ella quedó tan descolocada que fue mi oportunidad de saludarla como si nada. Estaba tan impresionada por las sorpresas que devolvió el saludo amablemente y me pidió si podía ayudarla con la caja. A lo que por supuesto, acepté lo más rápido que pude.
La acompañé a su dormitorio, dejé la caja sobre el escritorio y me despedí como si nada. Sonrió me dio un beso en la mejilla y cerró tras de mi la puerta. Se olvidó de sus clases el resto del día. No la vi salir de su residencia hasta la tarde, cuando me llamó el músico contratado para avisar que empezaba la función. En plena plaza, justo cuando ella iba caminando con el hermoso vestido rojo de la caja y la rosa en la mano, comenzó un juego de luces. Se escuchó de fondo una guitarra y el músico comenzó a cantarle.
No todos los finales felices son para siempre
Ella no entendía nada de lo que pasaba, pero justo su sonrisa me hizo entender que lo había logrado. Subió al auto que la llevó al más hermoso hotel de la ciudad, con un impresionante restaurant en la entrada, con reservación privada solo para ella por ese día. Desde que bajó del coche hasta que entró, todas las atenciones eran para ella.
Al fin, inmerso en una ola de pánico, me aparecí vestido con un elegante traje negro, con una Cala blanca en la mano, su flor favorita. Le sonreí, le ofrecí la mano y le susurré «ahora dime que no lo logré. Un día dijiste que con alguien como yo jamás saldrías y ahora ¿qué piensas?»
Me ofreció sentarme, conversamos por un buen rato. Reímos, comimos, pasamos un momento agradable. Cuando yo sútilmente iba a invitarla a la habitación, se me acercó murmurando al oído «subamos que ahora la noche comienza». Follamos por toda la suite, no hubo orificio donde no estuve. Me mamó la polla hasta el cansancio…
Acabé dentro y fuera de ella varias veces. Le chupe las tetas, la volteé por delante y por detrás todo lo que quise. Jamás pensé que la noche sería tan exitosa. Le chupé la vagina cuanto y como quise, marque mi territorio en todo su cuerpo. La puse en cuatro y me la cogí duro por detrás todas las veces que me lo permitió. Me sentí realizado. Cuando ya asomaba por la ventana la claridad del día, estaba tan agotado, que me quedé dormido sobre ella en el último polvo. Ambos embarrados de semen, pero liberados. O al menos eso pensaba yo.
La chica de mis sueños al fin mía. Dormí como un bebé hasta que a lo lejos escuche el sonido de mi celular. Cuando a duras penas, sin muchas fuerzas logró contestar lo único que oí fue. » ¿Estás bien? no hemos sabido de ti en tres días. ¿Qué te pasa? ¿Dónde estás?» Al medio levantarme veo una nota en la mesita al lado de la cama: «Mi tarifa por noche son mil euros, contigo fueron tres días y por lo rico de la sorpresa te lo dejó en dos mil. Besos, búscame cuando quieras follar rico»
Deja una respuesta