Desde que el hombre es hombre (y la mujer es mujer, por aquello de visibilizar en el lenguaje a las féminas), el sexo ha estado presente. Y solo puede ser de esta forma. De lo contrario, el crecimiento y la preservación de la especie humana no habrían sido posibles. Por añadidura, los juguetes para adultos también son “históricos”.
Para molestia de muchas mentes conservadoras, el sexo visto más allá de un método de reproducción, no es una costumbre reciente. La sexualidad siempre ha formado una parte trasversal de nuestras vidas. Incluso en la de aquellos que se muestran desinteresados en el asunto.
Los primeros juguetes para adultos
Los primeros dildos datan de la antigua Grecia. Se estima que los modelos más longevos aparecieron cerca del año 500 a.C. En 2005, se encontró en Alemania un ejemplar todavía mayor, cuya edad se calcula en no menos de 28.000 años.
El término dildo se acuñó en tiempos mucho más recientes: en pleno renacimiento italiano. Estos consoladores prehistóricos (habrá quien los catalogue como “pre-histéricos”), se conocían como olisbos. Estaban construidos en piedra, madera o cuero. Para facilitar su uso, las mujeres le vertían aceite de oliva, por aquello de la lubricación.
¿El tamaño nunca ha importado?
Hay quienes sostienen que la obsesión por el tamaño del pene es cosa moderna. Pero si reparamos en las dimensiones de estos primeros consoladores, rápidamente descubriremos que esto es tan antiguo como el sexo mismo.
Los primeros consoladores encontrados en Europa muestran una longitud promedio de 28 centímetros. Posteriormente, a principios del siglo XV, los dildos empezaron a recrear también los testículos masculinos. Y al igual que el propio falo, la mayoría bastante elocuentes.
Más allá de Europa
Se tiene conocimiento que en Egipto, desde 2.500 años a.C., ya se fabricaban algunos “sex toys”, persiguiendo los mismos principios cultivados por los griegos. Se trataba de falos, también de dimensiones nada discretas, fabricados en cera o bronce.
En China, para la misma época, ya eran comunes los anillos para penes, destinados a intensificar el placer en las mujeres. Estaban elaborados con los párpados de las cabras, a los cuales les dejaban las pestañas, para que al rozar las paredes vaginales, las sensaciones elevasen el clímax al máximo.
Uno de los juguetes para adultos más emblemáticos del continente asiático, no aparecería hasta bien entrado el siglo V. Se trata de las Bolas Chinas, implemento que pese a su nombre, no nació en el “Gigante Amarillo”, sino en Japón.
La historia alrededor de este artefacto no es del todo exacta. La leyenda más extendida da cuenta de un emperador nipón con un alto deseo sexual y muchas concubinas a las que complacer. En los momentos de intimidad, el jerarca no tenía tiempo para preliminares. Por ello, los altos consejeros de gobierno idearon este pequeño artilugio, para permitir a las damas lubricarse correctamente, antes de recibir su “dosis de amor”.
Cleopatra y la leyenda del vibrador
Uno de los juguetes para adultos más populares en la actualidad es el vibrador. Oficialmente, su invención es moderna (siglo XIX). Sin embargo, una versión no confirmada, sostiene que el primero de estos artículos nació en el siglo I a.C.
Su creadora no habría sido otra que Cleopatra, la última reina del Antiguo Egipto. La leyenda sostiene que la soberana, además de una belleza cautivadora, también era dueña de un insaciable apetito sexual. Para construir su consolador activo, se valió de una calabaza seca, a la cual le introdujo un enjambre de abejas.
Vibradores contra la histeria femenina
En 1869, el mundo vería el nacimiento del primer consolador mecánico. Aunque su concepción no respondió a una necesidad de brindar placer a las mujeres, sino como una cura a la histeria femenina.
El Dr. George Taylor fue el responsable de legar este llamativo artefacto, que funcionaba a vapor. No está del todo claro si llegó a curar a alguna mujer que se viese afectada por “un ataque de nervios”.
A principios del siglo XX, se empezarían a comercializar los primeros vibradores eléctricos. Si bien el mundo moderno ya no estaba preparado para tanto “libertinaje”, por lo que se ofrecían como “masajeadores para encías”. Hasta que llegó el cine pornográfico y desveló al mundo su verdadero propósito.
Y ahora, las muñecas hablan
También ya entrado el siglo XX, uno de los juguetes para adultos más populares, empezaría a masificarse. Se trata de las muñecas sexuales, artículos que durante la Segunda Guerra Mundial fueron repartidos entre los batallones alemanes y japoneses, para que los soldados saciaran sus impulsos carnales.
La evolución de las “sexy dolls” merece un artículo aparte. Al día de hoy, hay modelos destinados no solo a atender las necesidades físicas de sus propietarios. Algunas son capaces de “llenar” algunos vacíos emocionales. ¡Están hasta las que hablan de política! (Y lo que falta).
Antes que el Sr. Grey fue El Marqués de Sade
Donatien Alphonse Francois de Sade es el responsable de introducir en la literatura y en el imaginario colectivo occidental, los látigos y las cadenas como parte de los rituales sexuales.
Su influencia es tal, que su apellido derivó en el sustantivo con el que se señalan las “conductas o comportamientos sexuales que consisten en infligir sufrimiento físico o psicológico a otra persona para experimentar excitación y satisfacción sexual”. Según la RAE, un acto de sadismo también es aquel cuya “crueldad produce placer a la persona que lo inflige.”
Entre las obras más importantes del Marqués de Sade figuran Justine o los infortunios de la virtud y La filosofía del tocador. Muchos de los pasajes de sus libros dejarían en pañales al mismísimo Sr. Grey.
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